miércoles, 17 de mayo de 2017

Soy libre...odio las normas! Pero...

Haciendo alusión al título, y viéndolo desde un punto de vista moral, puedo llegar a decir que las primeras normas son las que me hicieron ver mis padres, pero a la vez siendo libre de decidir qué era lo mejor para mí y siendo responsable de mis propios actos. Después de esa etapa, viene el colegio, en el cual también se rigen un conjunto de normas de convivencia y se le cataloga como la primera vivienda de la vida pública, esto genera unos referentes fundamentales que nos van a acompañar a lo largo de toda la vida y tienen que ver con la formación del carácter, con la posibilidad de confianza en su capacidad de aprendizaje, en el conocimiento y establecer un corpus cultural. Efectivamente, el colegio es un espacio de socialización, en donde básicamente transmitimos nuestra cultura.


Las normas han sido inculcadas desde un principio.

Haciendo una reflexión de lo dicho, nuestra conducta está basada en un sistema de valores y se genera, principalmente, por la acción de los padres, los cuales son los encargados de transmitir los valores a la nueva generaciones. Ellos tienen la mejor oportunidad para hacerlo, dado que pueden influir sobre la persona en sus años infantiles, cuando carece de la capacidad de criticar. La capacidad de criticar solamente puede aparecer cuando, la persona ha reunido una suficiente cantidad de experiencias como para poder efectuar comparaciones. Los niños carecen de esto y, por lo tanto, tienen que aceptar como bueno todo lo que le transmiten sus padres, dicha transmisión es verbal y no verbal, está dada por palabras, gestos, actitudes y por la simple presencia de los padres tal como son.

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