sábado, 18 de febrero de 2017

“Menos mal que el mundo arde siempre por otro lado...” (Quino)

La mayoría de las veces es la ignorancia la que nos esclaviza a los seres humanos; ignorancia en su amplio contexto: a modo de prejuicio, a modo de conocimiento inservible, a modo de conocimiento que no se usa adecuadamente, a modo de no tener siquiera conciencia de que eres ignorante, de que algo que se aprovecha de ti, te engaña o te está esclavizando, poniéndote “como siervo para sus intereses” y ni siquiera lo sabes o no eres consciente de ello; evidente es, ayudas aún más a que ese algo te esclavice y mueva también los hilos de tu futura vida.





“La vaca no se desvaca” (La Ética arte de vivir).




En algunas ocasiones llegamos a pensar que el hombre es un animal mismo, sin embargo, a pesar de las situaciones que observamos en la vida de una persona, dista mucho de ser como estos. La vaca es vaca y siempre lo sera, nada le hará cambiar su instinto natural, pero el ser humano cambia tan rápidamente de pensamiento y de actitud, “el hombre para dar un paso en la vida, tiene que hacer uso de la libertad”, algo de lo cual no gozan los animales que están bajo la autoridad humana. 

Globalmente hablando, cualquier ser humano establecido en la sociedad tiene una cota de libertad, las acciones que puede hacer y las expresiones que puede manifestar, así mismo, unas imprescindibles posibilidades por difundirlas - en una realizable libertad publica o social -. Y bien, teniendo esa libertad, al mismo tiempo que la ejercita es responsable – como autor – de ella, por unas inevitables consecuencias que se determinaran en el entorno en el cual viven otros seres humanos. Así es, en evidencia una sociedad es un conjunto de libertades individuales que configuran en una justa comprensión o tolerancia de ellas los logros de tal sociedad y, también, sus perjuicios o sus errores.